Hace unos días participé en una convención de pymes, organizada por la Asociación Empresarial ADEPG y el área de promoción económica del Ayuntamiento de Vilafranca del Penedés. Abordamos aspectos como la selección, motivación y rendimiento de los equipos, junto a otros colegas del área de RRHH y desarrollo del talento como Maite Piera, Rafa Segovia, la ex-entenadora de la selección española de natación sincronizada Anna Tarrés, Laura Tornay de la empresa AKO, o Eva Caraltó de Yaencontre.com por nombrar a algunos profesionales de la magnífica jornada.
Estoy segura que a todos nos gustaría contar con personas muy talentosas (entendido como personas que sobresalen del resto) en nuestro equipos y, seguro que con ello tenemos mucho ganado. Si bien, todos los ponentes coincidimos en que para obtener buenos resultados en un equipo, podemos suplir la carencia de contar con grandes figuras.
A mí me gusta definir un equipo de alto rendimiento como:
“Gente ordinaria que consigue resultados extra-ordinarios”.
Entonces la buena noticia es que cuidando y aplicando algunas pautas, podemos hacer que un equipo obtenga resultados excelentes, aún sin contar con un Messi en la plantilla.
A continuación encontrarás los ingredientes necesarios para que tu equipo alcance resultados extraordinarios; la fórmula puede parecer sencilla, si bien, requiere persistencia (como todo en la vida) y habilidades en su implementación.
# Confianza
La base que ha de existir en todo equipo es la Confianza. Si ello no existe, vamos a obtener resultados mediocres. La confianza se consigue cuando somos capaces de mostrar nuestra vulnerabilidad; cuando somos capaces de sacarnos la máscara del ego y expresarnos desde nuestra parte más esencial.
Si hay confianza, los miembros del equipo no tendrán miedo a decirse lo que tengan que decir y podrán afrontar los desacuerdos de manera constructiva, disminuyendo el miedo al conflicto.
Por poner un ejemplo, hace un tiempo trabajé con un equipo directivo que quería definir su visión, tenían que empezar a trazar un plan de relevo generacional en la empresa. Realizamos una primera dinámica en la que todos tenían que expresar, cuál era su mayor miedo. Aquella experiencia, de expresarse desde sus miedos tanto personales como profesionales fue increíble para todos.Porque se profundizó en lo esencial de las personas, se conocieron desde una perspectiva diferente y eso reforzó la unión y cohesión del equipo.
# Comunicación efectiva
Una vez que existe confianza, la comunicación suele ser más fluida, sincera y eficaz. Y es entonces cuando el equipo puede expresarse sin tapujos, porque se dirán lo que hay que decir y no solo lo que crean conveniente. Esto da pie a una comunicación sincera y con ello, tendremos una buena base para poder gestionar los conflictos que vayan surgiendo.
# Gestión de los conflictos
Existe un gran terror a los conflictos, no ya únicamente en las organizaciones, sino en las relaciones humanas. Un día leí que por el simple hecho de ser seres sociables esto es inherente a los conflictos, por lo que la buena noticia es que podemos «normalizarlos» y aprender a gestionarlos.
Por tanto, no nos asustemos o huyamos ante ellos. No hagamos como si nada pasase, ya que este comportamiento únicamente alimenta el rencor y el resentimiento. Es momento de aprender a gestionarlos. De afrontar los conflictos. De lo contrario podemos estar inmersos en una armonía artificial, haciendo ver que “todo está bien” cuando únicamente se trata de apariencia.
# Compromiso
Si la comunicación fluye, las decisiones serán tomadas con la participación de todos aquellos que tengan algo que aportar, y la probabilidad de que estas decisiones sean acertadas, aumentará.
De esta forma crecerá el compromiso de cada miembro del equipo con las decisiones tomadas.
Si queremos personas comprometidas, necesitamos involucrarlas, hacerlas partícipes, que tomen decisiones… Las personas necesitamos sentir que formamos parte de algo, que contribuimos, por lo que cuanto más podamos fomentar este punto, mayor compromiso podremos conseguir por las personas del equipo.
Y cuando esto se da, irremediablemente surge la responsabilidad de cada persona. Donde cada uno acepta su propia responsabilidad, no como una imposición (que rara vez funciona), sino de manera madura, voluntaria, que viene de la convicción de querer formar parte de algo (un proyecto, una empresa, un equipo), el sentido de pertenencia mueve a las personas.
Si hay compromiso, hay actitud positiva y ganas de hacer, y es entonces cuando los resultados llegan.
Foto: Extraída del libro “Mejor liderar que mandar”. Jorge Cuervo.