Hoy abordo un tema recurrente, ya que es frecuente oírlo en conversaciones y no te negaré que incluso yo misma también me encuentro a veces en esta situación.
¿No te pasa, que hay momentos que parece que haya algún tipo de “confabulación” que hace que “nada te va de cara” y te da la impresión de que por mucho que hagas nada sale bien? ¿Te has propuesto algo y aparecen un sinfín de obstáculos, dificultades y te da la sensación de que estás ante una montaña enorme? Además, suele coincidir que si te encuentras en un proceso de cambio, quizás no hayas consolidado todavía los hábitos que necesitas para alcanzar tu objetivo, por lo que estás en una montaña rusa de emociones, con las consecuentes subidas y bajadas en tu estado de ánimo.
Por un lado, es importante reconocer las emociones y aprender a gestionarlas. El tema de las emociones da para varios artículos, por lo que hoy no voy a profundizar en este tema, si bien, te apunto algunos aspectos necesarios para poder gestionarlas:
-Conocerlas, saber realmente qué tipo de emoción estás sintiendo (si se trata de enfado, alegría, miedo…).
-Reconocerlas en ti. Es decir, escucharlas y saber qué te están diciendo. Una pregunta que puede ayudarte es plantearte ¿Qué ha pasado que me siento así?
-Gestionarlas con todos tus propios recursos. En este sentido, cuanto mayor autoconocimiento puedas tener, mayor facilidad tendrás para gestionarlas. Se trata de ser consciente de las competencias y habilidades con que cuentas y que puedan beneficiarte en esta situación. Por ejemplo, si te encuentras en un momento que estás sintiendo mucho enfado con alguien, en primer lugar está bien sentir esta emoción, y saber a qué se debe. Después, y, una vez ya lo hayas identificado, por tu bien y por tu salud, necesitarás hacer uso de tu serenidad o cualquier recurso que necesites para poder soltar la emoción y no quedarte enganchado a ella, evitando así que se convierta en resentimiento.
En definitiva, cuando avanzamos en el camino hacia nuestros objetivos y nos encontramos muchos obstáculos, tenemos que:
– Gestionar nuestras emociones
– Identificar y modificar las creencias limitantes qué no nos permiten avanzar
– Trascender los miedos
– Cambiar hábitos
– Y por supuesto ser constante y perseverante
Aunque lo esencial para recobrar la energía y desarrollar la actitud de logro que necesitas es:
Definir con total claridad tu meta. Hacerla más concreta, más tangible.
Concretarla, entrar en detalle, amplificarla es lo que te va a permitir mantenerte enfocado y posibilitar solventar los obstáculos con que te vayas encontrando.
Imagínate consiguiendo aquello que quieres, con todo lujo de detalle. Por ejemplo, si tu objetivo es facturar más, define cuánto más, qué cantidad, para cuándo. Imagínate diariamente como si ya lo hubieses conseguido. Imagínate mirando la cuenta de resultados y disfrutando de ver la cantidad. Imagínate con tus nuevos clientes o con el lanzamiento de nuevos productos… cualquier cosa que se corresponda con tu objetivo.
Esto te posibilita elevar tu nivel de energía y pasar a la acción con un nuevo enfoque y esta nueva actitud seguro que te acerca más hacia tu reto. Por supuesto que este ejercicio no te garantiza nada si no pasas a la acción 😉
Así que visualiza tus metas, tu gran objetivo, siéntelo y a por ello!
Qué me dices, ¿estás preparado para visualizar? Me encantará leer tus comentarios.
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