Acabamos de iniciar un año nuevo y es en este período cuando la mayoría de personas nos proponemos buenos propósitos. Si bien, está comprobado que los propósitos de la noche de fin de año se cumplen únicamente un 10%.
Esto es debido a que las personas tenemos esperanza en un tiempo mejor. Tenemos fe y confianza en que algunos aspectos de nuestra vida sean diferentes. Si bien, para lograrlo necesitamos poner mucho de nuestra parte.
Hemos de hacer posible que esta ilusión se convierta en un objetivo y por tanto, en nuestra prioridad en la que centrar nuestra atención en los próximos días, semanas, meses y posiblemente años.
Para conseguir realmente lo que deseamos, no sirve únicamente desearlo, sino que hemos de seguir algunos pasos:
– Convertir nuestro deseo en un objetivo, en una meta por la que merezca la pena esforzarnos diariamente.
– Creer posible que lo conseguiremos. Aquí aprovecho a dar un paso más a la conocida frase “Querer es poder” ya que únicamente el hecho de querer es insuficiente. Para mi, Querer y creerlo posible es realmente poder. Creer posible tu propósito es la gasolina que te ayudará a enfocarte y darle un sentido distinto, pasando de un deseo a alguna cosa por la que valga la pena esforzarnos.
El comportamiento de las personas se debe a una parte consciente y otra inconsciente, a la que hasta ahora se le ha concedido poco reconocimiento.
Está comprobado científicamente que más del 80% de las decisiones que tomamos están basadas en la parte del cerebro que funciona de forma más automatizada y que está gobernada por nuestro subconsciente. Y es esta parte, la que dicta de forma silenciosa nuestro comportamiento. Aquí es donde quedan registradas en forma de recuerdos, las emociones, experiencias, aprendizajes y creencias que vamos acumulando desde el primer día de vida. Por tanto, es importante conocer si las creencias que tenemos nos favorecerán o no el proceso de conseguir lo que queremos.
Podemos tener creencias que nos estén limitando como “no tengo suficiente tiempo para…”, o “no puedo…” y otras que nos potencien como “confío en mi y en mi equipo para obtener resultados” o «me merezco…»
Alinear las creencias subconscientes con los objetivos que queremos conseguir es el primer paso para construir esta deseada realidad. Y posteriormente, desarrollar los nuevos hábitos que harán que el comportamiento sea sostenible en el tiempo.
Cambiar comportamientos, puede ser relativamente sencillo (que no digo fácil) con voluntad y constancia; lo que hará posible que este cambio perdure en el tiempo será convertir este comportamiento en un acto repetitivo, es decir, en un hábito.
Por tanto como conclusión, si tienes nuevos propósitos para el 2015:
- Define por escritos tus objetivos
- Observa si tu manera de pensar está alineada con estos objetivos.
- Desarrolla una mentalidad ganadora y creencias potenciadoras.
- Desarrolla nuevos hábitos que te facilitarán conseguir lo que quieres.
- Enfócate y sé perseverante.
- Actúa, actúa y actúa. Con enfoque y estrategia.
- Finalmente, celebra tus éxitos y todo el camino recorrido.
Por un feliz y exitoso 2015.